Entertaining and teaching materials from Igor Suhin's books: ranging from literary games to chess

 

Igor Suhin

LA BOLSITA MÁGICA DEL AJEDREZ

El ajedrez para los más pequeños

Espana, Academia Internacional de Ajedrez Kasparov, Asociacion de Centros de Ensenanza Internacional Marcote, 1992 (in Spanish, by Igor Suhin)

 

ACADEMIA INTERNACIONAL DE AJEDREZ KASPAROV

ESCUELA INTERNACIONAL DE AJEDREZ KASPAROV-MARCOTE

 

Autor: I. Sukhin

Ilustraciones: G. Provanova, I. Pshenichnaya

Traducción del ruso: A. Bondar

Edita: Asociación de Centros de Enseñanza Internacional Marcóte (ACEIMAR)

Escuela Internacional de Ajedrez Kasparov-Marcote.

 

SUMARIO

Introducción por Garry Kasparov.7

Como nació el ajedrez13

Cómo surgió el tablero de ajedrez..17

Cómo surgieron las piezas de ajedrez35

La bolsita mágica55

 

INTRODUCCIÓN

Por Garry Kasparov

Los libros, en general, se escriben para una categoría determinada de lectores. Este compendio está destinado a los más pequeños y a sus padres. Los niños a la edad de tres o cuatro años todavía no saben leer y sus primeros pasos en el mundo del ajedrez pueden hacerlos sólo con ayuda de parte de los mayores.

Durante mucho tiempo la enseñanza del ajedrez se comenzaba a la edad de seis o siete años. Ahora, ha llegado la época de la especialización temprana. A este respecto, destacados ajedrecistas empezaron a manifestar sus capacidades mucho antes que otros niños. Entre ellos, W. Steinitz; S. Reshevsky; R. Capablanca; P. Keres; M. Euwe; A. Karpov; G. Kasparov; N. Gaprindashvili; M. Chiburdanidze; las hermanas Polgar. Esta lista se podría prolongar. La introducción temprana en el maravilloso mundo ajedrecístico les permitió, cuando alcanzaron la edad madura, sentir lo armonioso que era su comprensión del juego.

Los niños juegan permanentemente con todo lo que tienen a su alcance: con juguetes, rompecabezas, pirámides de ladrillos, piedrecitas, con el agua, la arena, plastilina, etc. Juegan, tanto si tienen adultos al lado como si no. Todo el mundo a su alrededor es para ellos un juego subordinado a las reglas que ellos mismos establecen.

Especialmente favorable para recibir informaciones es el período desde el nacimiento hasta la edad de tres años. ¡Cuántos juguetes bonitos, de vivos colores, regalamos a los niños en esa edad!. Les danios a conocer la multiplicidad de colores, de formas, de imágenes y el maravilloso mundo de los sonidos. La capacidad de percibir de los niños a esta edad es asombrosa. Sólo es necesario encontrar el límite justo entre su desarrollo físico e intelectual. Siempre surge el miedo de sobrecargar el cerebro del niño, de fatigarlo. Veamos que dicen los científicos sobre este particular.

Holguer Hiden, neurólogo sueco, después de haber realizado unos experimentos a nivel molecular, llegó a la conclusión de que "el cerebro necesita para su completo desarrollo, especialmente en las etapas tempranas, no sólo la alimentación respectiva sino también la estimulación. Las neuronas privadas de uno de esos factores dejan de elaborar RNK -el contenido albuminoso-, no pueden formar fibrinas y se convierten, figuradamente hablando, en unos sacos vacíos que a fin de cuentas se atrofian".

Lazlo Polgar, padre de las hermanas húngaras prodigiosas en el ajedrez, en un artículo sobre la educación de sus hijas, escribe entre otras cosas: "...en las etapas posteriores es difícil o hasta imposible recompensar lo que no haya sido hecho en el período temprano del desarrollo de las facultades del niño. Según la opinión de Maya Fines, psicóloga norteamericana, millones de niños sufren por el hecho de que en el período crítico de su vida, desde el nacimiento hasta los seis años, su desarrollo intelectual no es estimulado. Suelen decir que antes de seis años los niños no son todavía suficientemente maduros para su instrucción. A mi juicio, es al revés. La mayoría de los adultos (padres y pedagogos) no son debidamente maduros e instruidos ellos mismos para enseñar a los niños. Si queremos actuar en provecho del futuro, debemos, lo antes posible, no dejar "escapar" al niño. Los éxitos de los niños llamados prodigio, no son casuales. Yo, concretamente comparto lo que dijo Lessing: "Entre los milagros, lo más asombroso es que los milagros verdaderos pueden suceder en la realidad e incluso han de suceder en la realidad".

Es necesario jugar con los pequeños. A eso os llama este libro. Jugar con los niños os dará la posibilidad de "sentir" al niño, comprender su estado de ánimo, sus posibilidades, su crecimiento de una clase a otra, percibir el momento cuando llegue el cansancio. Jugando con el niño, siguiéndolo un poco desde atrás, dele la libertad para que él mismo tome la decisión. Felicítelo ante un buen hallazgo compartiendo su alegría con él.

Es muy importante la primera impresión de un cuento, de un juego. Un comportamiento respetuoso, minucioso con cada pequeña pieza, con el tablero, un juego como si todas estas cosas fuesen vivas. Cuando se excluye todo trato grosero, poco inteligente, aumentará considerablemente el 'iteres del pequeño por todo ello. El interés puede disminuir fácilmente hasta por una insignificante presión o forzamiento. Si el niño no quiere seguir jugando, no se lo exijáis sino creadle condiciones para que surja nuevamente el deseo. Apenas se advierta que el niño se distrae y pierde el interés, debe dejarse el juego.

En la Academia Internacional de Ajedrez se archivan materiales relativos a la educación preesco-lar. Así apareció un artículo de N. Fokina, maestra nacional de ajedrez, sobre los primeros pasos en este campo de su hija Elenita. "...Todas las piezas de ajedrez Elena las conoció a la edad de un año. Nuestros amigos se quedaban asombrados al ver con que seguridad Elena le traía cualquiera de ellas. Preguntaban si eso debía ser muy complicado para una criatura tan pequeña, pero para Elena las piececitas de ajedrez no eran más que unos juguetes como los demás, con sus nombres. El padre, por ejemplo, pedía: "Elenita, por favor, lleva este caballo a tu mamá que está en la cocina y tiene que montarlo para marcharse al trabajo". Y la madre, a su vez, decía al devolverle un rey al padre: "Mira que gordo e imponente es y como lleva su corona. Es el jefe máximo y tiene todo el ejército bajo su mando". De cada pieza te quedaban a la niña unas impresiones muy vivas. Simultáneamente aprendía algunas letras y colores, cosas abstractas como "más arriba", "más abajo", "más largo", "más corto"...

No podía aspirarse a un avance mayor en el campo del ajedrez. Pero la pequeña, simplemente, no lograba captar qué es lo que tenía que hacer con las piezas. E incluso decidimos "retroceder" un poco hasta que la niña se hiciese mayor.

El grado de su desarrollo intelectual a los tres años fue suficiente para que comprendiera el sentido del juego del ajedrez y fuera capaz de dar mate al rey. Huelga decir que para hacer más interesantes y más accesibles para ella unas ideas ajedrecísticas más o menos complicadas, recurríamos al uso de expresiones tales como: "las piezas se tomaron de las manos", etc. Nos ayudaba mucho a llevar a cabo las clases su osito de terciopelo marrón. "Peleando" con Elena el osito solía hacer unas jugadas "terribles" (incorrectas) y la niña sentía un gran placer venciéndolo y explicandote siempre donde se había equivocado. Después le gustaba mucho consolarlo, animándolo para otra partida (¡esto sí que es un momento sumamente valioso!) poniéndose de esta manera las bases para la autoprogramación.

Las clases de aquel período terminaban muy a menudo con unos desfiles de los reyes. Estos paseaban por el tablero visitándose uno al otro. A veces se introducía en ese idilio bien sintonizado una dama como intrusa y se esforzaba en dar mate a uno de los mo/iarcas. Entonces, para llamarla al orden, se invita-ba a la otra dama y así empezaba un baile..."

Mis recomendaciones coinciden con las acciones de los padres de Elena. Antes de enseñar como se juega hay que enseñar a leer. La visión del mundo de un niño que sabe leer es mucho más amplia y el ajedrez se hace para él un juego con sentido.

En mi país muchos entrenadores abordaron el problema de la enseñanza preescolar. Son muy interesantes, a mi juicio, unas publicaciones al respecto de un entrenador ruso en las que, entre otras cosas se decía: "...Dando clases partíamos de la conocida fórmula que para los niños cualquier actividad es, ante todo, un juego. Es por eso que las clases de ajedrez han de ser un juego habitual para ellos. Los pequeños se incorporan con ganas a este juego, sorprendiéndo-í nos ya desde las primeras etapas con una descripción exacta e imaginativa de las piezas del ajedrez por su capacidad de encontrar los rasgos y objetos semejantes del mundo real. Así en la clase llamada "lotería ajedrecística", en respuesta a la adivinanza que les hacia el profesor, los niños sacaban rápidamente de la "bolsita mágica" una pieza que era la respuesta. En la clase llamada la "feria ajedrecística" los pequeños aprendían a usar una balanza para definir el "peso" de una pieza (su valor en el juego). Con gran alegría los niños se disfrazan de piezas de ajedrez en la clase Ñamada "carnaval". De esta manera una clase con los pequeños se convierte en una clase de conocimientos generales. En estas clases están presentes también elementos de otras materias tales como la forma de hablar, dibujo, canto, moldeado, labores, cultura física... Un programa de estudios compuesto por tales guías permite alcanzar un interés estable hacia el ajedrez prácticamente por todos los niños. He aquí, por ejemplo, unos versos simpáticos inventados sobre el rey:

-Camina siempre asustado

por las rutas del tablero

y con el Juego terminado

lo toman por prisionero.

Veamos una adivinanza sobre el alfil:

-Dos hermanitos

viven en el mismo río

pero nunca se encuentran.

Para adivinarla, se tiene que conocer las reglas del juego según las cuales un alfil se desplaza a lo largo de las diagonales blancas y el otro por las negras. Cuando un chico lo adivina, lo recordará por mucho tiempo sin duda.

Lo más difícil probablemente sea conseguir la percepción espacial del tablero por parte del niño. También en este caso nos ayudará recurrir a un cuento. Se le dice pues al niño que el tablero sólo es raso en apariencia pero que, en realidad, no lo es. Quien sea capaz de subir a la parte más alta y divisar el campo de batalla, a él corresponderá la victoria. Y afianzar el conocimiento del centro del tablero (como si fuera una cima) es muy fácil mediante estos versos:

- He aquí las casillas centrales

ocupadlas, amigos, es una leyl

Porque siempre son tan ideales

para empezar un ataque al rey.

Claro que estas líneas son un poco inocentes pero los niños las memorizan con gusto".

Nosotros, sin darnos cuenta, nos hemos adelantado un poco en esta narración ya que nuestro libro está destinado a los más pequeños pero siempre que se entra en un cuarto se curiosea en el de al lado. Ahora bien, trataremos de clasificar un poco ei temperamento de nuestros pupilos. Se puede dividirlos con-dicionalmente en "lentitos" y "calentitos". Los "calenti-tos" son traviesos, incansables, vivarachos, hiperactivos; los "lentitos" son poco activos, pensativos, no reaccionan rápidamente al cambio de la situación. Los "lentitos" necesitan una ayuda constante, paciente y no impositiva. Ellos precisan el consentimiento, la participación del adulto. Como regla general, los niños de ese tipo se distinguen por su incerti-dumbre, muy a menudo están en duda sobre sus acciones cuando toman alguna decisión. Hay que ayudar a este niño obligatoriamente. La sola sensación de que él no está solo, que a su lado se encuentra un adulto, a veces es suficiente para que el niño indeciso, paulatinamente, paso a paso, cumpla su tarea aunque mirando siempre al adulto en busca de aprobación o reprobación. Al "lentito" no se puede apurarlo, censurarlo, reñirle por sus errores porque él, momentáneamente se "marchitará" y se negará a acciones posteriores. Generalmente no emprenden acciones con prontitud, lo que suele irritar a los adultos impacientes que ni siquiera imaginan sobre qué está pensando el pequeño y por qué no actúa inmediatamente. Para esos niños se necesita tiempo para trazar previamente la secuencia de los pasos necesarios para cumplir la tarea, para tenerlos muy claros en su imaginación y sólo después pasar a su realización práctica.

Dificultades de otro tipo surgen cuando se trata de los niños "calentitos". Siendo rápidos, traviesos, causan a los adultos un montón de preocupaciones. Es difícil acostumbrarlos al orden, a duras penas se familiarizan con un régimen preciso. Los "calentitos" se agitan fácilmente, arrancan y paran con facilidad. Emprenden con valor cualquier asunto con la seguridad de que ningún fracaso puede alcanzarlos. Pero en caso de fracaso, lo que sucede bastante a menudo, los calentitos sólo se quedan algo sorprendidos y muy pronto se olvidan de ello. En este tipo de niños los mismos errores se repiten reiteradamente. La ayuda del adulto debe ser constructiva y debe sugerir al niño los métodos con los cuales el pequeño pueda cumplir su tarea. A un "calentito" hay que enseñarle qué acciones y en qué secuencia hay que realizarla para conseguir el resultado apetecido, dejar que él mismo actúe y entonces correlacionar los resultados intermedios con los finales. Precisamente este tipo de práctica se justifica por sí misma. Y aunque del adulto, en principio, se exige la capacidad de intención, la paciencia y la tensión de fuerzas emocionales, la situación cambia paulatinamente. El "calentito" al asimilar cierto tipos de actividad traspasa fácilmente estos hábitos a actividades análogas y después a otras distintas de las iniciales.

Hace poco, en mi país, fue traducido el libro "Los padres felices de hijos talentosos", del profesor de la Universidad de Cleveland, C. Tequecs, en el cual podemos encontrar muchos y excelentes consejos para complementar nuestro estudio.

"Existen unos períodos especiales llamados "sensitivos" cuando los niños "absorben" todo lo que

está a su alrededor. Ellos son capaces de dedicarse a varias cosas a la vez. En su amplio programa de investigación sobre los niños talentosos de seis años, Berton White -1971 -, descubrió que el mejor indicio del futuro éxito en los estudios de los niños era su capacidad, a la edad de tres años, de mantenerse al tanto de dos o más cosas que sucedían al mismo tiempo...

A los niños talentosos, a la edad temprana, se les distingue la capacidad de seguir el vínculo entre causa y efecto y sacar las conclusiones respectivas.

Ellos especialmente se dejan atraer por la construcción de modelos y sistemas alternativos. Esta facultad en la que estriban muchos saltos intuitivos (cuando se "rebasan" etapas) es propia para los niños excepcionalmente talentosos.

Los niños de este tipo generalmente poseen una memoria excelente que es el fundamento de su hablar temprano y del pensamiento abstracto. Ellos se distinguen por su capacidad de clasificar y seleccionar informaciones y experiencias, así como por saber utilizar ampliamente los conocimientos adquiridos.

A un niño talentoso lo caracteriza también su capacidad más acentuada de concentrarse en tal o cual cosa, la perseverancia en conseguir sus objetivos en la esfera que es de su interés. A eso hay que agregar también el alto grado de profundización en tal o cual problema. Para ellos es mucho más importante culminar una obra, sea en un cajón con arena o haciendo una presa sobre un manantial, que el almuerzo o la caída de una lluvia inminente. A raíz de su poca experiencia de vida, estos niños suelen emprender ciertas acciones que después no les salen. Por eso necesitan comprensión y cierta orientación por parte de los adultos. No se debe hacer hincapié en sus reveses; mejor que lo que no les sale, lo repitan una vez más...

Generalmente los niños, a la edad de 2 a 5 años, no pueden separar claramente lo real de lo fantástico. Esta peculiaridad se pone especialmente de relieve entre los niños talentosos. Son tan específicos en la coloración verbal y en el desarrollo de sus fantasías principales, se conviven con éstas hasta tal grado, literalmente "inundándose" en la imaginación viva, que aveces los padres y los profesores manifiestan una preocupación supérflua en cuanto a la capacidad del niño de distinguir lo verdadero de lo imaginario. Esta fantasía viva engendra a amigos no existentes, a un hermanito o hermanita que desearía tener el niño, y toda una vida fantástica, rica y pintoresca. Muchos años después, no pocos de ellos, tanto en el trabajo como en la vida, conservan un elemento del juego: la inventiva, así como la manera creativa de abordar tal o cual problema. En fin, todas estas cualidades que han aportado tanto a la humanidad en su desarrollo material y estético.

Los educadores de un niño talentoso han de estar atentos a su propia reacción respecto al niño. ¿Cuáles son los aspectos del comportamiento del niño que encuentran una reacción más fuerte por parte de los padres? ¿Qué rasgos en la conducta del niño provocan en sus padres una sonrisa, una mirada de aprobación, un ademán atento de la cabeza? Y qué ligereza manifiestan a veces algunos abuelos y abuelas cuando con buenas intenciones miman demasiado a los niños causándoles con eso un serio daño. La capacidad de los abuelos de mimar excesivamente a sus nietos es muy conocida pero, sin darse cuenta, pueden poner fuera de lugar muchas cosas en la educación del niño. Imaginaos que un abuelo presuntuoso, durante una salida familiar al restaurante, pronuncia mirando por encima de la trigueña cabecita rizada de su nieta de 3 años sentada en sus rodillas: "Y ahora Janet nos va a leer el menú. Escuchad pues que Janet nos va a contar qué es lo que está ahí escrito. Qué platos podemos encargar. A ver, léenoslo en voz alta, Janet". E inmediatamente todas las miradas ansiosas se vuelven hacia Janet, tanto la familia, como los camareros y visitantes del restaurante miran a esta maravilla de 3 años. Después sigue el espectáculo mismo. Todo el mundo está admirando, se oye de todas partes exclamaciones de asombro, mientras que la misma Janet a lo mejor lo entiende así: lo que más les impresiona a los presentes es su capacidad de leer. El hecho de que ella pueda construir casas y hacer tortas de arena, vestirse ella misma, ayudar a su madre en sus quehaceres domésticos, saber esperar con paciencia tal o cual cosa, resulta que no merece tantos elogios y por eso no puede valer tanto.

Por supuesto, eso no quiere decir que se deba hacer caso omiso de la manifestación de ciertas capacidades y talentos por parte de los niños, pero no hay que exaltarse demasiado por eso a costa de otros hábitos y adelantos que también son provechosos.

Y a continuación os proponemos a los padres unos consejos. Seguidlos en vuestro trato con el niño que empieza a manifestarse.

1. Analizad vuestro propio sistema de valores en cuanto se refiere a la educación de los niños. Este sistema ¿Favorece o no la realización de la persona lidad y el talento en la sociedad?.

2. Sed honestos. Los niños son bastante sensibles para las mentiras y aún más si son talentosos.

3. Tened en cuenta el nivel de desarrollo del niño. El simple intercambio de conversación incluso con un niño muy desarrollado, no es por sí mismo el camino más eficaz para su comprensión.

4. Evitad largas explicaciones y charlas.

5. Tratad de captar oportunamente ciertos cambios en el niño. Estos pueden manifestarse en forma de preguntas no ordinarias o en su conducta y pueden ser indicio de su talentosidad.

6. Respetad en el niño su espíritu individualista, no tratéis de reproducir en él vuestros propios intereses y aficciones.

En la Academia Internacional de Ajedrez hemos comenzado una labor para atraer a los más pequeños al mundo del ajedrez. Se puede hablar y escribir de los pequeños infinitamente. Si el ajedrez ayuda a desarrollar a un joven talento, hace aun menor más seguro de sí, tenaz, atento, trabajador, entonces estamos en el camino acertado.

Cuando yo era pequeño me atraía el ajedrez. Es que el deseo de triunfar es tan agradable. Cualquiera que sea la edad del niño, si tiene cinco, seis, siete o cuatro años de edad, puede vencer tanto a sus padres como a los invitados y otros adultos.

Y ahora me dirijo directamente a mis pequeños lectores.

La capacidad de vencer y conseguir el objetivo fijado siempre será útil en la vida. El ajedrez contiene muchos elementos fascinantes y misteriosos, atractivos y alicientes. Aprendiendo a jugar al ajedrez sabrás utilizar estos nuevos conocimientos adquiridos, en otras esferas de la vida, aprenderás a hacer muchas cosas mejor de lo que las haces hoy en día. Estoy convencido que cuando seas adulto nunca te arrepentirás de haber aprendido a jugar al ajedrez.

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Como nació el Ajedrez

¡Qué maravilloso, qué asombroso es este juego: el ajedrez! ¿Queréis saber de dónde vino? Entonces escuchad atentamente.

El ajedrez nació en la India. Hace muchísimo, quince siglos atrás, reinaba en este país un raja cruel y muy avaro. En sus sótanos había tesoros inmensos a montones. Tenía centenares de sirvientes, cada uno de los cuales cumplía inmediatay dócilmente todos sus deseos. En sus hermosas fuentes, día y noche, murmuraba el agua transparente. Fantásticos pavos reales paseaban por sus jardines y bellísimas bailarinas deleitaban al raja con su arte.

Pero él ya no quería nada, ni siquiera podía regocijarse, hasta tal grado llegó su aburrimiento. El raja era omnipotente, pero en este caso no podía hacer nada.

Sus subditos eran cada vez más pobres y su vida se llenaba de privaciones y humillación.

Y sucedió que un día, un subdito del raja, vino a verlo y le trajo como regalo un juego nunca visto y misterioso. Este juego era el ajedrez. El sabio enseñó al raja las reglas del juego y le explicó la Importancia y valor de cada pieza. Tuvo que explicarle larga y pacientemente que el objetivo principal de cada jugador es tomar prisionero al jefe enemigo y defender a su propio rey, ya que la muerte del rey ¡significa pérdida de la partida! Eso se llama ¡ Mate al Rey! Claro que esto fue lo que el raja comprendió mejor...

El regalo era verdaderamente real, y el tacaño raja hasta se sintió generoso y decidió condecorar inmediatamente a su huésped, pero el anciano no aceptó este regalo y dijo que el gobernante aprendiera antes a jugar bien, para que pudiese apreciar el valor del ajedrez debidamente y entonces no sería vergonzoso para el sabio aceptar cualquier regalo. Y en esto quedaron.

Desde aquel día el raja olvidó todo por el ajedrez. Ya no le atraían ni ricos manjares, ni finísimos vinos, ni bellas bailarinas. De día y de noche estaba sentado ante el tablero tratando de percibir toda la sabiduría y fineza del ajedrez. Cada hora el juego se adueñaba más de él, con mayor fuerza, las casillas blancas y negras lo atraían y encataban. El raja hasta se hizo más bondadoso pero no más inteligente.

Finalmente llegó el día en que al raja le pareció que ya había aprendido todo e hizo llamar al viejo sabio para recompensarlo según sus méritos. Estaba dispuesto a cumplir cualquier deseo del hombre que le había ahuyentado el aburrimiento. Pero el sabio, por muy raro que parezca, no quiso oro, ni piedras preciosas, solamente dijo:

- ¡Oh gran raja! Dame tantos granos de trigo cómo caben en las 64 casillas del tablero, de tal manera que se ponga un grano para la primera casilla, dos granos para la segunda, cuatro para la tercera, ocho para la cuarta y así sucesivamente, siempre el doble de granos que en la casilla anterior, hasta la casilla sesenta y cuatro. Este será para mí un regalo inapreciable.

El raja quedó asombrado ¡Eratan modesta esta petición!. "Es tonto -pensó-, no pide más que dos o tres sacos de trigo por este tesoro que es el ajedrez". Hay que tener en cuenta que el raja era muy avaro.

Los servidores trajeron un saco de trigo y comenzaron a colocar los granos en las casillas, según la indicación del sabio. Pronto hizo falta un nuevo saco, y otro y otro... Fue entonces cuándo comprendieron todos que en toda la India no alcanzaría el trigo para cumplir el deseo del anciano.

Pasaron muchos años y los hombres han aprendido a calcular cuantos granos de trigo se necesitaban para llenar el tablero de ajedrez", exactamente 18.446.744.073.709.551.615. Con esta cantidad de granos se podría cubrir toda la Tierra ¡con una capa de 5 centímetros! En la antigüedad, ni todos los países en su conjunto podrían recoger tanto trigo.

Así apareció en el mundo el ajedrez, tal y cómo narra esta linda y sabia leyenda.

 

 

Igor Suhin

Cómo surgió el tablero de ajedrez

 

En cierto lugar, en el País Cuadriculado, éranse que se eran unos cuadraditos BLANCOS y NEGROS o CASILLAS. He aquí el aspecto que tenían.

La vida de esas CASILLAS era muy aburrida, no jugaban unas con otras, ni hablaban las CASILLAS NEGRAS con las BLANCAS; sólo sabían pelearse entre sí.

Un Dragoncito, devorador de CASILLAS, que anidaba en la proximidad, se alegró mucho al saberlo; vino volando al País Cuadriculado y, sin tardar, comenzó a tragarse CASILLAS. Estas, pobrecitas, empezaron a huir a la desbandada, pero ¿era posible, acaso, escapar del Dragoncito? Las CASILLAS estaban muy tristes. ¿Qué podían hacer?

¿Y TU QUE PIENSAS?

Entonces las CASILLAS BLANCAS propusieron a las NEGRAS:

- Vamos a darnos las manos para que la fiera no pueda tragarnos.

- ¡De ninguna manera! - resoplaron las NEGRAS.

Mientras tanto, el Dragoncito sigue y sigue comiéndoselas: Entonces, atemorizadas, las CASILLAS NEGRAS extendieron sus palmitas a las BLANCAS. Se unieron, pegadas unas a otras, cuatro CASILLAS BLANCAS y cuatro NEGRAS. Así:

Y se formó una FILA

Asombrado por un momento, el Dragoncito se rascó con su cola detrás de la oreja, hizo un rugido y se tragó la FILA de esta manera:

Al darse cuenta de lo sucedido, otras CASILLAS se juntaror de una forma distinta:

Y surgió una COLUMNA.

Otra vez quedó sorprendido el Dragoncito. como antes, se rascó con su cola detrás de la oreja, hizo un rugido todavía más fuerte y abrió la boca para comérsela. Pero no podía con la COLUMNA el devorador de CASILLAS. ¡De ninguna manera!

Y de su boca abierta salieron a saltos todas las CASILLAS tragadas.

Por un instante quedó perplejo el Dragoncito, pero después, rascándose con rabia con su cola detrás de la oreja y haciendo un rugido ensordecedor, estiró su cuerpo y se tragó la COLUMNA. Así:

 

Entonces, las CASILLAS NEGRAS se disgustaron con las BLANCAS:

Y se pegaron una a otra en angulitos. Pico a pico.

Y se formó una DIAGONAL, una DIAGONAL NEGRA.

- También nosotras podríamos hacer algo sin que nadie nos ayude, dijeron las CASILLAS BLANCAS, y formaron una DIAGONAL BLANCA.

Sonrió burlonamente el Dragoncito y se engulló de una vez las DIAGONALES, tanto la NEGRA como la BLANCA.

Se desanimaron por completo las CASILLAS. ¿Qué se podría hacer?. Y fue cuando una CASILLA BLANCA gritó:

- jTenemos que formarnos en FILAS y COLUMNAS a la vez! ¡En ocho FILAS y ocho COLUMNAS!

Obedecieron todas las casillas y se unieron de nuevo una a otra de la siguiente manera:

- Ahora, FILAS, agarraos entre vosotras y, COLUMNAS, haced lo mismo.

Las FILAS se juntaron unas a las otras y así se formó un TABLERO DE AJEDREZ. Lo hicieron también las COLUMNAS e igualmente apareció otro TABLERO DE AJEDREZ.

El Dragoncito quedó aún más asombrado. Abrió la boca y rugiendo se abalanzó sobre los recién nacidos TABLEROS DE AJEDREZ. Los atacaba por un lado y por otro, pero en vano. Sólo consiguió romperse casi todos los dientes. Fuertemente agarradas una con otra, las CASILLAS no cedieron ante el Dragoncito.

Miró entonces el monstruo a su alrededor y se dio cuenta que algunas CASILLAS se quedaban aún sin unirse en FILAS, COLUMNAS y TABLEROS. Las más desobedientes no deseaban dar la mano a las CASILLAS de otro color y se unían en DIAGONALES de distintas dimensiones.

Se animó entonces el Dragoncito lamiéndose sus labios y pensando que con las DIAGONALES solitarias acabaría fácilmente. Pero fue prematuro su regocijo.

-¡Vamos, DIAGONALES, unios! - dio la voz de mando aquella CASILLA BLANCA que era la más inteligente. Las CASILLAS BLANCAS extendieron sus manos a las NEGRAS de tal manera que también las DIAGONALES formaron un TABLERO DE AJEDREZ.

Volaba y sobrevolaba el Dragoncito por encima de los TABLEROS, pero no consiguió nada. Únicamente dejó escapar todas CASILLAS tragadas antes. Se mordió su lengua y, con la cola colgante, se retiró volando. Y las CASILLAS desde entonces viven bien pegaditas unas a otras, nunca se pelean y no le temen a nadie.

Y las FILAS, COLUMNAS y DIAGONALES también hoy puedes localizarlas fácilmente en el TABLERO DE AJEDREZ.

 

Igor Suhin

La bolsita mágica

Con el fin de que el primer encuentro con el ajedrez sea una fiesta para el niño, ante todo hay que enseñarle a conocer las piezas del ajedrez. Generalmente los niños las miran con curiosidad y, por propia iniciativa, se ponen a jugar placenteramente con ellas colocando juntas las de igual tamaño. El niño ha de memorizar cómo se llaman las piezas y debe saber distinguir las piezas por su forma y color. Estaríamos muy lejos de la verdad si creyésemos que un niño, especialmente a los tres años de edad, es capaz de mantener en su memoria los nombres concretos de las piezas. No es fácil controlarlo. Es probable que si preguntamos directamente a un niño cómo se llama tal o cual pieza, a lo mejor no nos responde. ¡Eso le aburre!.

 

 

 

REY DAMA TORRE ALFIL CABALLO PEÓN

La mejor manera de aclarar y memorizar las piezas por el niño, así como de repasar el material estudiado, es jugando. Para ello, se puede elegir uno de los siguientes juegos-tareas:

 

"BOLSITA MÁGICA"

Esconda, una tras otra, en una bolsa no transparente las piezas del ajedrez, pidiéndole después al niño que adivine, a tientas, la pieza solicitada. Para obtener un mayor efecto, permita que también el niño esconda las piezas en la bolsa y sea usted quien tenga que adivinarlas. En este caso, usted podría "equivocarse" de vez en cuando y el niño se lo indicará con regocijo.

Una variante de este juego consiste en esconder juntas todas las piezas del ajedrez en la bolsa y el niño buscará la que se le solicite.

 

"CASITA AJEDRECÍSTICA"

Con varios tableros de ajedrez haga una especie de casita en la que entrarán, por turno y como "huéspedes", seis piezas blancas diferentes, desde el peón hasta el rey. El rey puede encaramarse por encima de la "casita" y derrumbarla y las demás piezas le ayudarán a levantarla y ponerla como corresponde.

 

"PIEZA PROHIBIDA"

Coloque delante del niño todas las piezas del ajedrez en fila. A pedido suyo, el "alumno" dirá el nombre de las piezas que usted le irá señalando, excepto de una pieza "prohibida" que se elegirá de antemano. Cuando salga esta pieza, en vez de llamarla por su nombre se dirá: "¡Es un secreto!". Entonces será usted quien llamará a la pieza por su nombre. También aquí usted puede cometer algún "error" y si el pequeño no se da cuenta de la falta se lo indicará usted mismo.

 

 

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